¡Hola de nuevo! ¡Estoy de vuelta! ¿Hace mucho tiempo verdad? Sí, así es... He tenido una época llena de vicisitudes, por un larga temporada, la vida se ha sentado conmigo, me ha hablado, ya que yo no quería oírla, me obligó a escucharla, lo que llevaba toda la vida susurrando, pero no tenía tiempo para oírla, faltaba tiempo. Me enredaba en la continuidad de mis días, me dejaba arrastrar por el ruido del mundo, todo mi mundo estaba bien pensado, sabía lo que quería hacer, y lo haría, estaba en el camino, había tomado las decisiones oportunas para ello, parecía en un momento de mi vida que todo era perfecto, todo lo que estimaba que era importante estaba bien encaminado, parecía ir sobre ruedas, eso era lo que yo creí, pero no.
La enfermedad me visitó, me recordó la fragilidad de la existencia humana. Me sentí descolocada, sacudida, me invitó a un baile al cual no quería participar; Me recordó lo que era la fortaleza, la resiliencia no formaba parte mi vocabulario, de mi persona, ahora forma parte de mí. Aprecié la salud que como decía mi abuelo, filósofo de la vida: “la salud no se sabe lo que es hasta que se pierde” es así, yo temporalmente la perdí, mantuve un pulso diario con el cáncer durante un largo tiempo, el cielo me dió una segunda oportunidad, la cual acepto encantada, agradecida.
Estoy aquí de nuevo, con pensamientos y sentimientos que han cambiado mi ser. Aunque os parezca raro, mi percepción por lo importante ha cambiado, he evolucionado, ahora me gusta la paz, la tranquilidad, la espiritualidad marca mi vida.
Publicaré, sí, pero no en la sintonía que antes tenía, como bien he dicho soy distinta y estaré encantada con tu compañía. Gracias por haberme leído durante tanto tiempo, gracias por haberme dado tu amistad.
Os dedico una preciosa canción:
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